A lo largo de tres días de reuniones, la Comisión Promotora, compartió distintas experiencias, prácticas, visiones bajo, la propuesta de honrar, intercambiar y tejer.
Las mujeres conspiradoras promotoras de este sueño, a la par de que seguían delineando el proyecto tuvieron que transitar por un camino nada corto y atravesar las agobiantes coyunturas impuestas por la amenaza del virus, que las obligó a recluirse en sus casas, a limitar las reuniones físicas y el contacto, a enfrentar constantes emergencias, a sobrecargarse con el peso de ser cuidadoras de otras personas, a explorar los miedos internos, a repensar qué significa el cuidado y la sanación en tiempos de encierro, muerte, enfermedad y susto.
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