Por Paola Palacios Ríos
En agosto pasado, como FAU-LAC fuimos a Brasilia para acuerpar y acompañar al Comité Nacional Organizador de la Marcha de las Mujeres Negras por la Reparación y el Buen Vivir, un momento político de enorme trascendencia histórica. No fue una visita casual: fue un gesto consciente de acompañamiento directo, una apuesta profunda por caminar colectivamente, desde un encuentro cuidado, amoroso y co-creado que busca fortalecer la Protección, la Seguridad Integral y el Cuidado Colectivo, al que llamamos AcuerpaFAU.
Nos guiaron metodologías colaborativas y feministas durante ese encuentro, porque sabemos que la Marcha no es un acto simbólico, sino una manifestación con raíces profundas de poder colectivo en movimiento, es memoria viva y es también futuro reclamado. Ese encuentro nos enriqueció profundamente: nos permitió conversar, escuchar, sentir y reafirmar que la Marcha de las Mujeres Negras no es solo una movilización, sino un grito estructural contra todas las formas de violencia que buscan negar la vida de las mujeres negras.
En 2015, la marcha surgió como una respuesta política potente para reivindicar la vida, la dignidad y la autonomía de las mujeres negras. En ese año más de 100 000 mujeres negras de todas partes de Brasil ocuparon las calles de Brasilia para luchar contra el racismo, la violencia y la desigualdad social y de género. Desde entonces este movimiento se ha consolidado como una respuesta política contundente, como un acto de dignidad colectiva bajo el lema “contra el racismo, la violencia y por el bien vivir”.
En este contexto, la presencia de FAU-LAC cobra una dimensión política y estratégica. Nuestra iniciativa AcuerpaFAU, junto con la entrega de Apoyos de Respuesta Rápida y nuestros Apoyos Regionales, se activó para sostener esta movilización que de nueva cuenta llenará las calles de Brasilia, no solo en términos de reflexión y análisis, sino también en términos materiales y económicos. Esta marcha, lo sabemos, volverá a ser histórica. Acompañar, para el Fondo, no significa solo asistir: significa tejer en colectivo y con cuidado un espacio donde las mujeres negras puedan reunirse, pensar juntas, fortalecer sus estrategias y afirmar su liderazgo desde la experiencia, la memoria y la ancestralidad que las sostiene.
Durante nuestra estancia, compartimos con líderesas que vienen de todos los rincones de Brasil: mujeres de la Amazonía, del Nordeste, del Centro-Oeste, de las costas del Sur; mujeres rurales, urbanas, quilombolas, trans, jóvenes, mayores. Esta diversidad no es accidental: constituye la fuerza misma de la marcha. Son estas mujeres, organizadas en redes de base, las que mantienen viva una tradición de resistencia y de lucha por justicia racial, social y de género.
La Marcha de las Mujeres Negras por la Reparación y el Buen Vivir encarna un horizonte político concreto: no se trata solo de denunciar una injusticia, sino de construir un nuevo modelo de sociedad. Su consigna “si entra una, entramos todas” es mucho más que un lema; es una declaración radical de solidaridad interseccional y de poder colectivo. No solo exigen políticas públicas más justas; reclaman transformaciones profundas: reconocimiento pleno, ingresos dignos, salud sin discriminación, seguridad sin violencia y representación política real.
En este momento histórico, hacer sostenible esta movilización requiere algo más que voluntad política: exige recursos. Recursos para garantizar la participación de miles de mujeres que viajan desde territorios lejanos; recursos para sostener la logística, el cuidado, la comunicación y las estrategias que hacen posible que este movimiento siga creciendo. La movilización de recursos financieros es un acto político que contribuye a que este movimiento avance con fuerza y autonomía.
Para el FAU-LAC, acompañar esta marcha es reafirmar la potencia de las alianzas con los movimientos sociales negros y feministas. Es afirmar que nuestro compromiso no es momentáneo ni coyuntural, sino estructural. Creemos en la fuerza de la solidaridad regional que traspasa fronteras y en la construcción de estrategias colectivas que sostengan las luchas de los territorios.
Lo que renovamos en Brasilia es un compromiso político y afectivo: caminar junto al movimiento de mujeres negras y fortalecer una alianza que trasciende fronteras y tiene la capacidad de transformar la región. Estamos convencidas de que esta convocatoria histórica marcará un antes y un después, no solo en Brasil, sino en toda América Latina y más allá. Seguiremos tejiendo redes de solidaridad, compartiendo saberes y construyendo estrategias para desmantelar las estructuras de dominación y crear juntas nuevos mundos posibles: más libres, más dignos y más y justos.






