En América Latina y el Caribe se están fortaleciendo las narrativas y discursos vinculados a los fundamentalismos y la ideología de derecha y ultraderecha. A este contexto le están haciendo frente los movimientos feministas que trabajan de forma incansable para contrarrestarlas, comunicando desde las posibilidades de mundos justos e inclusivos.
Para conocer más sobre sus métodos, fuentes de inspiración y prácticas, en FAU entrevistamos a tres colectivas y redes: Espacio Tolomocho, Afrocolectiva y Futuros Indígenas, las cuales construyen, desde la diversidad de territorios, cuerpos e identidades, narrativas que se oponen a los discursos patriarcales y capitalistas que les atraviesan como el racismo, el colonialismo, el machismo, el extractivismo y el capacitismo, entre otros.
Estas iniciativas son solo un ejemplo de las muchas que existen en la región, pero tienen rasgos comunes; por ejemplo, las y los protagonistas compartieron que la inspiración para sus creaciones proviene de la realidad: aquella en la que las personas con discapacidad no son protagonistas de las historias que se leen, ven o escuchan; en la que las personas indígenas son objetivizadas como parte de los discursos oficialistas; o la rabia que atraviesa a las personas afro cuando enfrentan el racismo.
Ana Bueriberi, cofundadora y directora de Comunicación de Afrocolectiva, nos contó que su inspiración surge de lo que le cuentan sus amigas, los poemas que leen o incluso las canciones de Bad Bunny que escuchan, pero también tomando en cuenta las resistencias que les han precedido, como las abuelas, madres y ancestres, “a la hora de por lo menos estructurar estas contranarrativas”.
El proceso de creación de contenidos de comunicación de la colectiva parte de la horizontalidad y la cooperación, una idea surge y se discute con otras compañeras. Se ponen en práctica la escucha, la reflexión y el pensamiento estratégico; y, aunque a veces, la inmediatez de las redes sociales imponga su velocidad, Afrocolectiva impulsa a que todas las personas integrantes tengan espacio para sugerir, disentir y cambiar las propuestas, incluso si no se es parte directa de la producción del contenido, sino desde la perspectiva colectiva, “y de esa manera organizarnos para vivir el feminismo, el antirracismo y todo este activismo mucho más allá de lo discursivo”, asegura Bueriberi.
Para Ayito Cabrera, persona trans masculina con discapacidad y director de Espacio Tolomocho, ubicado en Argentina, incluso su existencia al reconocerse como parte del movimiento “transfemidisca”, es una forma de contranarrativa, una forma de resistencia ante el terfismo, el capacitismo y el patriarcado.
Cabrera considera que las contranarrativas que producen surgen de las necesidades de sus comunidades y es para éstas para las que crean herramientas a través del arte y otras creaciones manuales; por ejemplo, la “Guía sobre accesibilidad, discapacidad y neurodivergencia”.
Luego de su creación, el siguiente paso fue volverla lo más accesible posible para otras personas con discapacidad, como hacerla en braille, por lo que se ajustó y transformó; proceso para el que la organización se vinculó y colaboró con otras redes y organizaciones, lo que además generó oportunidades laborales para otras personas con discapacidad y de la comunidad LGBTQ+.
Pero en Espacio Tolomocho no solo se desarrollan productos de comunicación, sino que desde la expresión artística busca “mostrar nuestra impronta y nuestras formas de ver el mundo y de construirlo”, dice Ayito. Además imparten talleres para la comunidad, para elaborar fanzines, sobre teatro, entre otros temas. Este trabajo tiene por objetivo, por un lado ser útil para la población, y por el otro, fomentar la reflexión y cuestionar las narrativas hegemónicas sobre la comunidad a través de un proceso de creación incluyente e interseccional.
Rosa Marina Flores, integrante de Futuros Indígenas, comparte que la inspiración de la red proviene del reconocimiento entre distintos pueblos, de su espiritualidad, conexión con la naturaleza, pero también de las violencias que han vivido, “entre gente que está viviendo y experimentando distintas cosas en territorios que pareciera muy lejanos […] cuando empezamos a hablar de todas estas cosas, nos damos cuenta de cómo estas heridas están allí: del colonialismo, del capitalismo, de la persecución, del racismo ante nuestra propia existencia y cómo tenemos que sanar juntas”.
Sus narrativas también nacen del ejemplo, de quienes resisten en los territorios, a partir del camino que otras personas ya han abierto previamente, como ancestras y otras compañeras, y se construyen a través de conversaciones colectivas; por ejemplo, la red lleva a cabo ejercicios asambleas mensuales en las que surgen temas qué resolver y se procesan en comisiones internas que gestionan el funcionamiento de la red, incluyendo la comunicación.
“¿Hay algún tema que se tiene que atender? Pues nos juntamos, platicamos. ¿Hay algún proyecto que queremos buscar? Pues igual, quienes estén interesadas van construyendo, van caminando en esa conversación y a partir de las conversaciones que vamos creando, pues vamos también en algunos casos sacando materiales de comunicación”, explica Flores.
Estos tres ejemplos de inspiración y construcción de contranarrativas son solo una muestra de muchos otros en la región que buscan ser un aliento de esperanza y creatividad para que otres también creen y fortalezcan sus propias narrativas contrahegemónicas. Porque para hacer frente al avance de las violentas fuerzas del capitalismo y el patriarcado en América Latina y el Caribe hay movimientos feministas que comunican sosteniendo la vida.







